Está claro que la orientación sexual de cada uno poco, o más bien nada, tiene que ver con lo bien o mal que realice su trabajo. Cabe señalar que todos estos guionistas y/o creadores de series de éxito han incluído personajes gays en sus tramas, desde Andrew Van De Kamp en Mujeres desesperadas a David Fisher en A dos metros bajo tierra, pasando por personajes secundarios o episódicos en el resto.
¿Existe entonces una tv gay? No, realmente no lo creo, ni tan si quiera programas como Queer as folk, L word o la inédita en España Noahs Arc, todas con tramas centradas en personajes homosexuales, se pueden considerar "tv gay". Al igual que tampoco existe una "música gay". Sobre este tema se podría hablar durante horas y sin llegar a una conclusión definitiva.
Hay que buscar entonces aquellas series o programas que más entretengan y los que, a un tiempo que hacen pasar un tiempo agradable, nos planteen cuestiones interesantes, independientemente de la orientación sexual, la edad o la profesión de cada uno.
¿Acaso Las chicas de oro era una teleserie que solo veían las mujeres de mediana edad?.
Vicente Molina Fox ha publicado hoy en El País el siguiente artículo:
Maricas en serie El Pais.
Jueves 24 Agosto 2006
A LA PARRILLA VICENTE MOLINA FOIX
Poner a un gay en una teleserie es una cosa, y otra poner en la pantalla una serie enteramente gay. La diferencia entre ambas opciones no confiere superioridad a ninguna, pero se da el caso de que Queer as fo1k (Cuatro) es una de las grandes series de los últimos años y, a mi modo de entender, el mejor programa de ficción que se puede ver actualmente en toda la parrilla. El original Queer as folk (el título juega con un dicho inglés, “tan raro como cualquiera”, y la acepción de queer como marica) se estrenó en el Channel 4 británico en 1999 y fue un éxito de escándalo; la novedad, digamos, antropológica, el atrevimiento de las situaciones y la sugestiva manera de imbricar el ambiente de sus personajes con el paisaje urbano de Manchester la convirtieron primero en un objeto de culto y después en un hito, confirmando el extraordinario talento de su creador y guionista, Russell T. Davies. La serie, que en España pudo verse según mis noticias en Euskal Telebista, dio un salto a Estados Unidos, donde la producción de Showtime expandió el número de capítulos, obteniendo de nuevo un éxito fenomenal y el esperado vituperio neo-con (abundan los desnudos frontales y las escenas de sexo lésbico y homo, de una explicitad nunca vista en la televisión en abierto). Cuatro ofrece desde principios de julio esta versión norteamericana, que es de una calidad cuando menos igual a la de Channel y siempre divertida, picante y atenta a reflejar sin endulzamientos la pluralidad del colectivo y sus sombras (el episodio del acoso sexual este último martes). ¿Serie de minorías? Me hace reír, por no llorar que haya quien la juzgue asi, acotándola en un gueto, otro, como si la idiosincrasia de un grupo muy variado de homosexuales de Pittsburg fuese de menos interés para la mayoría de espectadores que los enjuagues de la mafia italo-americana o los entresijos de la Casa Blanca. Dotada de magníficos actores y diálogos muy ingeniosos (desentonan algunos trucos de realización, como los pensamientos visualizados), Queer as folk engancha, y promete, dada su extensión, un otoño caliente.
(Publicado aquí gracias a Janofran y al blog de Avenidalibertad)
Jueves 24 Agosto 2006
A LA PARRILLA VICENTE MOLINA FOIX
Poner a un gay en una teleserie es una cosa, y otra poner en la pantalla una serie enteramente gay. La diferencia entre ambas opciones no confiere superioridad a ninguna, pero se da el caso de que Queer as fo1k (Cuatro) es una de las grandes series de los últimos años y, a mi modo de entender, el mejor programa de ficción que se puede ver actualmente en toda la parrilla. El original Queer as folk (el título juega con un dicho inglés, “tan raro como cualquiera”, y la acepción de queer como marica) se estrenó en el Channel 4 británico en 1999 y fue un éxito de escándalo; la novedad, digamos, antropológica, el atrevimiento de las situaciones y la sugestiva manera de imbricar el ambiente de sus personajes con el paisaje urbano de Manchester la convirtieron primero en un objeto de culto y después en un hito, confirmando el extraordinario talento de su creador y guionista, Russell T. Davies. La serie, que en España pudo verse según mis noticias en Euskal Telebista, dio un salto a Estados Unidos, donde la producción de Showtime expandió el número de capítulos, obteniendo de nuevo un éxito fenomenal y el esperado vituperio neo-con (abundan los desnudos frontales y las escenas de sexo lésbico y homo, de una explicitad nunca vista en la televisión en abierto). Cuatro ofrece desde principios de julio esta versión norteamericana, que es de una calidad cuando menos igual a la de Channel y siempre divertida, picante y atenta a reflejar sin endulzamientos la pluralidad del colectivo y sus sombras (el episodio del acoso sexual este último martes). ¿Serie de minorías? Me hace reír, por no llorar que haya quien la juzgue asi, acotándola en un gueto, otro, como si la idiosincrasia de un grupo muy variado de homosexuales de Pittsburg fuese de menos interés para la mayoría de espectadores que los enjuagues de la mafia italo-americana o los entresijos de la Casa Blanca. Dotada de magníficos actores y diálogos muy ingeniosos (desentonan algunos trucos de realización, como los pensamientos visualizados), Queer as folk engancha, y promete, dada su extensión, un otoño caliente.
(Publicado aquí gracias a Janofran y al blog de Avenidalibertad)
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